Aunque parezca extraño, a día de hoy podemos pasear por la Gran Vía madrileña y encontrar a mitad de precio algún trapito de la colección cápsula que la Maison Martin Margiela elaboró para la firma sueca H&M. La aceptación de la campaña, como se puede deducir, no fue la esperada. El tirón de las grandes firmas en su versión low cost parece no convencer en este último año y yo, que tan fanática he sido, me pregunto: ¿será esto un problema derivado de la crisis o una falta de conexión con el Street Style?
Para analizar esta encrucijada es conveniente recordar que H&M no ha sido la única casa que ha puesto en manos de grandes firmas sus propuestas de realizar colecciones cápsulas –colaboración de un diseñador consagrado con una firma Prêt-à-porter–, aunque sí tenemos que recalcar que la cadena sueca es por antonomasia la artífice de esta tendencia. Algunas de sus antecesoras y predecesoras son firmas españolas como Fosco –para la que diseñó Ion Fiz y, ahora en 2013, Maya Hansen-, Elogy –Juanjo Oliva, va por su segunda edición- o Loewe –acaba de fichar a Junya Watanabe para su colección otoño/invierno-.
En 2004 Hennes & Mauritz daba el pistoletazo de salida con Karl Lagerfeld de la mano, un éxito que pronto animaría a la cadena a plan-tear un sistema de colaboraciones continuas para sus temporadas otoño/invierno y primavera/verano. Así hemos podido ver diseños de Stella McCartney, Víctor & Rolf, Roberto Cavalli, Commes des Garçons, Jimmy Choo, Versace, Lanvin, Marni, Martin Margiela y Anna dello Russo en los últimos tiempos. Pero como todo en esta vida, esta original idea ya tiene fecha de caducidad.
A la falta de poder adquisitivo de la clase media española, público que es cliente potencial de dichas colecciones, hay que añadir que la pérdida de calidad en sus patrones y tejidos ha hecho cambiar de opinión a las it girls y blogueras nacionales, que son una fuerte influencia en el mundo de la moda de nuestro país. Las sedas, el crepé y el tafetán han dado paso al poliéster y al acrílico; los diseños se han ido vulgarizando y el encanto de sentirte especial a un módico precio ya no es puntual, pues muchas son las firmas que se han unido a marcas de bajo coste para democratizar sus diseños. Si también tenemos en cuenta la excentricidad de la que abusan estos diseñadores a la hora de elaborar su línea, haciendo poco ponibles dichas prendas para ir a la oficina o para tomar un café en la Plaza Mayor, la decadencia de las colecciones cápsulas no se nos hace tan imposible.
En esto de la moda nunca se sabe, quizás mañana llegue alguien y me devuelva la esperanza
La brecha como siempre sigue abierta. Si consideramos oportuno que la Alta Costura se acomode a todos los bolsillos en forma de Prêt-á-porter, ¿es también lícito que esa moda Prêt-á-porter de lujo reduzca aún más sus calidades para alcanzar al gran público? Yo, al menos, ya estoy desencantada con el asunto, pues no soy fiel defensora de pagar cien euros por una prenda que prescinde de una buena tela, pasea todo el mundo por la calle y cuyos acabados dejan mucho que desear. Aunque en esto de la moda nunca se sabe y quizás mañana llegue alguien que me sorprenda y me devuelva la esperanza.