Antonio Terrón

Cecilia Freire, quiere que la llamen Rita

Actriz madrileña, la vemos diferente sin sus rizos en el pelo y sus gafas de pasta de los años 50. Ahora estrena cuarta y última temporada de una de las ficciones con más éxito de Antena 3, ‘Velvet’. Además, la podremos ver en la nueva película de la directora española más taquillera de la historia de nuestro cine por ‘Ahora o nunca’, María Ripoll, ‘No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas’.

“Me gustaría que ningún espectador supiese nada de mí, que me parasen por la calle y me llamasen Rita”, nos dice. Aún a riesgo de romper esta magia que sólo te da la ficción, charlamos al otro lado de la línea telefónica con una de las chicas Velvet. Cecilia Freire ha conseguido conquistarnos a todos con un personaje auténtico que esta temporada sufrirá más que nunca. Hablamos de la mujer, de la responsabilidad de ser actor y de arriesgar, todo para llegar a una conclusión: ¡Qué bonito es crear!

SP- En esta nueva temporada de ‘Velvet’ han pasado varios años desde el último capítulo, ¿qué nos espera esta temporada?

CF- Pasan unos años decisivos en España, nos adentramos en los 60, con todos los cambios que conlleva, no solamente estéticos, sino también aires frescos que entran en las galerías,… Al ser la última temporada, todo sucede de manera apoteósica, se van cerrando las tramas, intensificando algunas relaciones para llevarlas al límite, está todo construido para no dejar al espectador indiferente.

El final de ‘Velvet’ no va a ser un camino de rosas, habrá obstáculos y carreteras secundarias. Será un desenlace redondo

SP- Los finales de las series siempre son polémicos y comentados, ¿crees que el final de ‘Velvet’ gustará al espectador?

CF- Creo que sí, que no va a defraudar porque dentro de que no va a ser un final fácil ni predecible, el espectador necesita ver que sucedan ciertas cosas, sería una locura el fastidiar por fastidiar. Pero no va a ser un camino de rosas, habrá obstáculos y carreteras secundarias que se intercepten por la carretera principal. Es un final bastante redondo, como tenía que ser, con cosas dramáticas, otras muy bonitas, y dejando el pabellón bien alto después de cuatro años de grabación.

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SP- Hemos visto que esta temporada Rita va a sufrir bastante, ¿cómo has vivido los acontecimientos de la última temporada de ‘Velvet’?

CF- Sí, la verdad es que pensábamos que había tenido que pelear con carros y carretas -que es una expresión que hubiera utilizado ella-, primero por el amor de Pedro, luego por no poder quedarse embarazada pero, sin embargo, esta va a ser su etapa más difícil y terrible, va a tener que pelear por sobrevivir. Como actriz, he intentado hacerlo de la manera más generosa posible, intentando desaparecer y dando lugar a una historia, no pensando en mi lucimiento artístico sino en contar algo por lo que, desgraciadamente, pasan muchas mujeres y servir, si se puede, de inspiración o animo en un tema sensible hoy en día.

SP- Después de ver el crecimiento del personaje de Rita temporada tras temporada, ¿qué le ha regalado Cecilia Freire a este personaje tan querido por todos?

CF- Muchas gracias, y también por mí porque Rita es todo lo que tengo y lo que no tenía, me ha ayudado a encontrarlo. Para mí, Rita es la honestidad, la franqueza, la transparencia, la generosidad, es tremendamente espontánea, no piensa mucho antes de hablar pero lo que dice, lo dice de corazón, es muy autentica, no va a medias tintas, cuando ha querido algo ha luchado por ello. Fíjate, ya desde la primera temporada, estaba locamente enamorada del novio de su hermana, que es terrible, es una tragedia griega, yo no sé si me metería en ese embolao´, sin embargo, ella sabía que era su verdadero amor y fue a por todas… Es una mujer de armas tomar. Supongo que representa también una época donde las mujeres empezaban a ponerse el mundo por montera y a levantar sus hogares, siempre he pensado que Rita mandaba dinero a sus padres, es una matriarca de su clan, seguramente.

SP- ‘No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas’ se estrena en unas semanas, ¿a quién das vida?

CF- En el libro no existo, ha sido una invención a posteriori. Los guionistas pensaron que el personaje de Verónica Echegui, Sara, necesitaba un apoyo, una mejor amiga porque, en muchas ocasiones, parece que todos intentan aprovecharse de ella y que no la valoran todo lo que se merece.  Ahí salí yo, al rescate, soy su confidente, su paño de lágrimas, la persona que le anima a cumplir su sueño. Las dos trabajamos en el mundo de la moda. Mi personaje es Inma, es una diseñadora de ropa interior, bastante cañera, muy chula y arriesgada y Sara hace diseños con plumas. Llega una oportunidad en la que sus carreras se pueden entremezclar y es impresionante cumplir el sueño de tu vida con tu mejor amiga, un momento muy bonito que tendrá sus partes agridulces.

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SP- ¿Leíste el libro? ¿Qué te parece la adaptación?

CF- Sí, lo leí como fuente de inspiración, si vas a hacer una película basada en un libro, lo suyo es leérselo. Cada uno, cuando lee un libro, se hace su propia película en la cabeza, y aquí  la adaptación está basada en el libro, no es una versión libre abstracta, pero hay distintas modificaciones. Fíjate, si no las hubiera, mi personaje no habría cobrado vida y no habríamos tenido esta conversación. Creo que hay cambios que enriquecen porque a nivel cinematográfico hacen falta algunas estructuras dramáticas y determinados conflictos… Supongo que lo han pensado con mucho mimo y cuidado para no defraudar a los lectores que, en principio, serán los primeros que vayan a ver la película.

SP- ¿Qué supone trabajar con María Ripoll, la directora más taquillera de la historia cine español?

CF- Nos entendimos muy bien porque ella es muy valiente. No es ese tipo de directores que les gusta tenerlo todo atado. Entiendo que un rodaje, por motivos no solamente económicos sino también de organización, hace falta tenerlo todo bajo control pero es cierto que, en ese sentido, se pueden matar cosas espontáneas como una improvisación, algo fresco, auténtico y más verdadero. Y ella estaba muy abierta a eso y lo he agradecido porque a mí me gusta mucho improvisar, es como estar en la cuerda floja sin red y es una sensación que, aunque me debería de dar angustia, me satisface. Dentro de los condicionantes técnicos, creo que puedes tener un espacio de libertad para que haya momentos únicos, ahí es cuando un organismo está vivo y es mucho más interesante; espero, habrá que ver la peli.

El teatro es mi espacio para investigar, para hacer cosas que no es en lo primero que piensan al verme

SP- ¿Te llega ya el personaje de hija de puta?

CF- (Apenada) No, se me tiene que amargar el carácter (ríe)… Creo que me vendrá con la edad. No sé si es una cuestión física de rubia con ojos azules o porque intento ser educada con la prensa, no voy a hacer una entrevista como una cantante de rock&roll… No ha llegado el momento pero no desisto, entre otras cosas, porque lo he hecho, a lo mejor no para el gran público… El teatro es mi espacio para investigar y hacer cosas que no es en lo primero que piensan los directores de casting al verme… Paciencia.

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SP- La temporada pasada te pudimos ver en el teatro con “Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales” y también eres asidua a la improvisación con los chicos del Jamming donde te vemos en registros diferentes, ¿qué te aporta el escenario después de tanto rodaje?

CF- Todo. Para mí no es poner, es quitar. Es quitarse máscaras, armaduras, clichés, lugares comunes, sitios en los que estoy cómoda y me relajo,… Es el reto, que cada noche sea de cero a cien… No le puedes decir al espectador, “oiga, disculpe, de verdad, ayer tuve una función brillante, es una lástima que no la hayan visto”,… No, aquí y ahora, dámelo todo, da igual cualquier problema. A mí eso es lo que me excita, no hay otra palabra para decirlo, porque es un reto y es continuo. Simplemente la adrenalina que sientes cuando escuchas el mensaje de “Apaguen los teléfonos móviles…”, al que luego la gente no hace caso… Pero es brillante, es como un ritual.

SP- ¿Cómo llegaste hasta este mundo de la interpretación?

CF- Como una necesidad. Era una chica tímida y sensible que se aburría con facilidad. Probé a hacer muchas cosas, tenía una curiosidad incansable, pero lo hacía un año y me aburría. Hice ballet, claqué, taekwondo, natación, flamenco, gimnasia rítmica,…  y, de repente, di con la interpretación que es algo que nunca -en mayúsculas-, llegas a aprender. Es imposible llegar a un techo porque en cada producción y en cada personaje empiezas y terminas. Fíjate, yo tengo 34 años y todavía me estoy conociendo,… pues a mis personajes igual. De alguna manera, me satisfizo esa angustia vital de querer expresar algo y no tener la forma de hacerlo. La ficción es un lugar seguro en el que me siento cómoda y en el que puedo realizar muchas fantasías que en la vida serían peligrosas.

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SP- Empezaste a estudiar interpretación con catorce años, ¿cómo recuerdas tu vida y tu profesión antes de que apareciese ‘Física o química’ en tu trayectoria?

CF- Afortunadamente, creo que no ha cambiado mucho. Uno de los peligros del actor es el cinismo, eso de ya lo he vivido todo, no me sorprende nada… y otro que está íntimamente relacionado, es el ego. Son dos cosas que intento tener bajo guardia. Sigo mirando con la misma curiosidad del que empieza porque, de verdad, cada cosa que empiezo es como si empezara otra vez… Al principio, al construir a Rita, decía, me voy a dar un batacazo, estoy hablando de una manera muy rara, que no tiene nada que ver conmigo, lo mismo suena falsa, la forma de andar es una propuesta muy marciana y bizarra… Sin embargo, confías en el equipo que te rodea. Miedo me da el día que no sienta miedo. Te tienes que colocar al abismo, arriesgar e investigar. Hay muchos tipos de chicas dulces y tiernas que se pueden hacer así que, por ahora, me entretendré con eso. Por ejemplo, Blanca de ‘Física o química’ tenía muchos libros y poca calle y Rita tiene pocos libros y mucha calle. Si te pones a investigar, que también es nuestro trabajo, ¿cuántas maneras tiene un personaje de cepillarse los dientes? ¿Cuántas de llorar, de estar en silencio, de reír, de hacer el amor? Nuestro trabajo es diseñar mundos infinitos.

SP- El año pasado participaste en el libro de Héctor Izquierdo, ‘Anatomía de un intérprete’, ¿cuál es la columna vertebral de esta profesión?

CF- Para mí, la verdad. Tienes que conectar con eso, con la esencia, todo lo demás no importa. La verdad del momento, de estar conectada mirando a los ojos del otro actor, la verdad de cómo te has despertado ese día,… Para mí, es lo más interesante, es algo muy desnudo y muy vertebral, como has dicho. Me parece algo inagotable porque la verdad muta, es conectar con la esencia y quitar los artificios.

Prefiero que te olvides de mi nombre y te acuerdes del nombre de mi personaje, eso es una victoria

SP- No eres tan asidua a los photocalls como otras compañeras y eres bastante magnética con tu vida privada, ¿consideras que tu trabajo como actriz se termina al decir corten o con los aplausos de una función?

CF- Totalmente. Y no solamente eso, lo intento hacer también como un regalo al espectador, porque mi vida, de verdad, no importa. Si pudiera -y me encanta hablar contigo, eres majísimo y te invito a un café-, no haría entrevistas para que no se supiera absolutamente nada de mí. Estoy luchando todo el rato por llevar a la vida a un personaje, y lo que quiero es que tú me veas por la calle y digas, ¡Rita! A mí me pasa muchas veces que ves producciones y ves al actor, con nombres y apellidos, haciendo del personaje de. Prefiero que te olvides de mi nombre y te acuerdes del nombre de mi personaje, eso es una victoria. Espero seguir así. De otra manera, podría conseguir más fama, es cierto, o salir más guapa en determinados sitios que lo que salgo con el personaje, o si te apuras tener más dinero por hacer más publicidad pero para mí, mi trabajo es sagrado y lo amo profundamente. Me parece una contradicción creerme más importante que mis personajes.

SP- ¿Y qué hay después de Velvet?

CF- Tengo mi compañía de teatro, La Bipolar, y estamos trabajando en el siguiente montaje con Javier Pereira y Jesús Caba, dos compis que conocí en la escuela de Cristina Rota con catorce años, son como mis hermanitos, y me gustaría retomar eso. Es una responsabilidad. Salir en televisión me da una posición que debo aprovechar como productora para apoyar historias que de otra manera no se podrían contar o para crearme personajes que no son tan sencillos que me den en un primer momento. Ese es mi proyecto más inmediato.

SP- Pues a crear, entonces. Muchas gracias por tu simpatía.

CF- Exacto. ¡Qué bonita palabra! Crear. Gracias a vosotros.